El oficio de cuchillero


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El oficio de cuchillero formaba parte del Gremi de Serrallers i Ferrers de Barcelona, fundado en 1380 por el rey Pedro el Ceremonioso. Cuchillos y tijeras, puñales cortos y dagas algo rudimentarios se producían, vendían y reparaban en sus talleres.

A principios del siglo XVI, los cuchilleros crean su propio Gremi de Daguers y un examen específico, que consistía en un trabajo relacionado con el gremio, “la obra maestra”, que medía la habilidad del oficial y su derecho a convertirse en maestro. No había indulgencia posible: el gremio tenía que mantener mediante este examen la dignidad del oficio.

A mediados del siglo XIX llegará a Catalunya una nueva técnica para la elaboración de herramientas de corte de acero con una calidad similar a la de hoy en día. Los cuchilleros catalanes tendrán que completar su formación en Francia para ser competentes.

Ramón Roca trae a Cataluña las nuevas técnicas europeas


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Este fue el caso de Ramón Roca i Santamaría, que aprendió la maestría en Alemania y en Francia y a su vuelta abrió una tienda y taller, el 13 de noviembre de 1911, en el número 10 de la plaça de Sant Josep Oriol, con su hermano Josep.

Ramón Roca, natural de Cardona, había aprendido el oficio de cuchillero en Ripoll y en el taller de daguería de su tío, Joan Santamaría, en la barcelonesa calle Escudellers. Su carácter emprendedor le llevó a conocer las nuevas técnicas en el taller de Monsieur Avelin, en París, y a visitar las mejores fábricas de Solingen, dos de los centros más prestigiosos en el oficio.

Su experiencia en el extranjero le permitió ser el primero en fabricar artesanalmente navajas de afeitar y bisturís de alta calidad. Para ello, encargó a la casa Aubert Duval de París un yunque especial, el mismo que todavía preside la tienda, para satisfacer la demanda de los clientes profesionales, e inició la importación de piezas europeas de primera calidad, origen de la popularidad de Roca por todo el país.

Un nuevo nombre para una tienda-taller avanzada: ganiveteria


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En 1916 el negocio fue trasladado a su actual ubicación, la plaça del Pi número 3. El consejo del tío fue definitivo a la hora de decidirse por este local: “No dudéis: está delante de una iglesia”.

Los Roca consideraron que la nueva tecnología exigía un nuevo nombre, así que designaron a la tienda ganiveteria, en vez de los clásicos dagueria o eines de tall. Esta nueva palabra, traducción literal de “cuchillería”, dio que hablar en la prensa, hasta que la polémica quedó definitivamente zanjada por un artículo de Rovira i Virgili que convenció a todos de su legitimidad.

En el rótulo se añadió “Solingen París Barcelona”, en homenaje a los dos grandes centros de producción de herramientas de corte y a que Barcelona, desde la instalación de los hermanos Roca, podía aspirar a competir con ellos. De aquí que al establecimiento también se le conociera como Can Solingen.

Una tienda concebida como un amplio escaparate


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Se dice que el mismo Ramon Roca dibujó los planos de la tienda, que decoró según el estilo vienés propio de establecimientos del mismo ramo extranjeros. Arcos sinuosos, óvalos, guirnaldas y cenefas de flores geometrizadas conformaron su interior, fruto de la destreza del ebanista Viñoli.

Fue concebida para facilitar el acceso visual a la amplia variedad de productos expuestos, a través de vitrinas y aparadores de cristal que se han convertido en una de sus principales señas de identidad. Sus escaparates muestran los artículos de una manera artística y didáctica a la vez, explicando para qué sirven y cómo usarlos, y presentando las novedades de las marcas internacionales más prestigiosas.

Desde entonces apenas ha cambiado. Sus diversas renovaciones han conservado la decoración original, que le da su carácter singular. De las sillas propias de antaño para dar ocasión a los clientes a pasar un buen rato de tertulia se han preservado dos, en sitio preferente. En el umbral, el paso de los años y de los clientes no ha borrado el reclamo: “Casa de confiança”.

Josep Roca importa lo más selecto de las principales firmas europeas


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La grave epidemia de gripe de 1918 se llevó a Ramon Roca, dos años después de inaugurar la Ganiveteria. El negocio pasó a manos de su hermano Josep, que contaba sólo con 18 años, y su joven esposa Caterina Cassola i Solà, quienes le darán una nueva orientación, mejorando su imagen e iniciando su difusión publicitaria por todo el país.

El paulatino relevo de las herramientas de corte artesanales por formas de producción industrial aún más perfeccionadas les llevó, sin abandonar el taller propio, a acentuar la importación de lo más selecto de las principales fábricas europeas, y en especial de artículos producidos en Solingen, que desde entonces son la aportación de la casa al mercado barcelonés.

Fue Josep Roca quien introdujo en Barcelona, hacia los años treinta, las mejores cuberterías de acero inoxidable sueco, algo insólito en nuestro país, en el que no se inició su fabricación hasta la década de los cincuenta. También, artículos de afeitar y manicura de firmas como Carl Rader, Richard Herbez y Henckels de Alemania; Rogers de Inglaterra; Esquilstuna de Suecia; Louis Minel de Francia…

El relevo generacional adapta la Ganiveteria a los cambios


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La Guerra Civil y la posguerra cerraron las puertas a la importación. La casa consolidó la marca Roca gracias a la colaboración de fabricantes nacionales como Bueno Hermanos y Fills de Pere Ramon, de Olot, y a la especialización de sus trabajadores. El taller continuó prestando servicio de reparación y fabricación de piezas por encargo.

Décadas después pudo retomar el contacto con sus proveedores habituales. Mª Roser y Montserrat, las hijas de Josep Roca, iniciaron una nueva renovación de la tienda, recuperando los azulejos secesionistas de su fachada y acomodándola a los nuevos usos de la clientela. Mª Roser asumió la atención de los clientes, del personal, y la imagen de la tienda. Montserrat se encargaba de los escaparates y de todo lo referente al aspecto técnico: relación con fabricantes, talleres, clientes profesionales, etc.

Barcelona le rinde homenaje en el LXXV aniversario


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El día de San Eloy –1 de diciembre– de 1986, Ganiveteria Roca celebró el LXXV aniversario de su fundación. Fue un auténtico homenaje al establecimiento y al esfuerzo de dos generaciones fieles al negocio, padres e hijas. Al acto concurrieron representantes culturales y profesionales de la ciudad, así como vecinos y conocidos, y fue difundido en la prensa y la televisión.

En él se presentó el primer libro de firmas, hoy en día testimonio de los numerosos colaboradores, clientes, amigos y visitantes célebres que han pasado por el establecimiento. Y se inició una nueva cortesía, la de entregar cada año a los clientes un calendario de bolsillo con motivos relacionados con la tienda o con el propio oficio.

La nueva etapa de Ganiveteria Roca S.A.


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El 17 de mayo de 1990 moría Josep Roca. La dirección de la tienda quedó en manos de sus dos hijas, que ya eran administradoras desde 1981, año en que Ganiveteria Roca se constituyó como S.A. Un año más tarde, en 1991, fueron galardonadas con el premio PIMEC a las mujeres empresarias.

Le llegó también la hora a la renovación del equipo, a causa de la jubilación de sus antiguos empleados. Mª Roser y Montserrat se encargarán de formar a los nuevos dependientes.

La entrada en el Mercado Común significó la oportunidad de visitar las ferias internacionales de Frankfurt y Milán: nuevas transacciones sin intermediarios que limiten el suministro del género y encarezcan el precio, y nuevos contactos con firmas como Draizack, Dovo y Dreitrum de Alemania; Omega y Montana de Italia, y Fiskars de Finlandia, deseosas de disponer de un escaparate como es Ganiveteria Roca en Barcelona.

Siglo XXI: nueva administración por un grupo de profesionales de la cuchillería


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Desde el año 2000 Ganiveteria Roca ha pasado a ser administrada por un grupo de profesionales de la cuchillería de sólida tradición en el oficio. Se ha iniciado, a las puertas del siglo XXI, una nueva etapa de futuro, respetuosa con la trayectoria del negocio.

Una trayectoria que permite entender lo que representa, hoy, la existencia de una tienda en pleno funcionamiento, que ha sabido hacer compatible la tradición artesana –que evaluaba por encima de todo la obra bien hecha– con la modernización del oficio, abierto a las nuevas técnicas, de acuerdo con la evolución de los tiempos.

Actualmente, constituida como S.L., continúa su reconocimiento como tienda de artículos especializados, por ejemplo, siendo el único punto de venta de los cuchillos de Michel Bras en España.